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sábado, 16 de julio de 2011

El balancín:

Este tema de reflexión surgió en una charla que tuve con mi compañera de prácticas en el descanso. El tema del que hablabamos era el amor y como se viven las relaciones de pareja. El caso es que mi compañera de prácticas es de china, y aunque suene a tópico, es muy cierto que los chinos siempre tienen una frase sabia para todas las cosas importantes que merecen una reflexión.

En concreto mi compañera dijo: Una relación de pareja es como un balancín o como yo los he llamado siempre un "subi-baja". Estuve unos segundos parandome a pensar la frase y a medida que la meditaba me di cuenta de que es cierto. Siempre hay alguien en la pareja que está arriba y otro abajo (y no me refiero con ello a una postura sexual) y estas posiciones pueden cambiar como en un subi-baja.

Las posiciones hacen referencia a que siempre hay uno que se entrega más que otro, siempre hay alguien que quiere más, siempre hay alguien que sufre más,etc.

Lo ideal sería una balancín equilibrado. La pareja es feliz, porque ambos están elevados y están disfrutando de la emoción del balancín. Pero esto es utópico. En el balancín para que disfruten los dos, uno debe hacer esfuerzo y pesar para elevar al otro y que disfrute, y luego intercambiar los papeles. Y es ahí cuando creo que se rompen las parejas.

Lo malo es quedarse arriba del balancín. Sin tocar con los pies el suelo. Estas alegre, disfrutando de la emoción de estar arriba. Eres feliz. Sin embargo la otra persona se aburre en el suelo. Puede aburrirse tanto, que puede llegar a bajarse de repente del balancín provocando la caida del que está arriba, por eso, siempre que se acaba una pareja, quien más sufre es el que está arriba, porque es el que se lleva el batacazo más fuerte contra el suelo. Y te acabas quedando solo en el balancín y tienes que buscar otra persona para disfrutar o bajarte y distraerte con otros columpios.

Ojala todo fueran tan fácil como jugar en un balancín, aunque no sé, si realmente las cosas son así de complicadas, o nos gusta complicárnolas. En cualquier caso, los balancines siempre están ahí. Unos con dos personas disfrutando más o menos, y otros vacíos esperando que se suban una pareja para disfrutar.

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